jueves, 8 de marzo de 2012

"Cartas": un epistolario con 1800 cartas de Cortázar

Imagen: Cortesía de Alfaguara.

Por Daniela Bracho
(@danielabracho_)
08/03/2012

     En cinco tomos publicados y distribuidos por Alfaguara titulados simplemente Cartas, se reúne gran parte de la correspondencia enviada por Julio Cortázar a diversos amigos y colegas escritores a todas partes del mundo, cuantificadas aproximadamente en 1800 epístolas, telegramas y postales.

     Este nuevo epistolario, que muestra a un Cortázar aún más sensible, íntimo y cercano expone la correspondencia que existió entre las vivencias del escritor y su obra publicada, constituye una suerte de complemento a la primera edición de estas cartas publicadas en el 2000, compilación tutelada por Aurora Bernárdez, albacea de Cortázar, con la colaboración de Gladis Yurkievich.

      La admiración que sentía por Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez y Octavio Paz, preocupaciones con respecto a su patria, los desvelos que sufrió con la enfermedad de su tercera esposa Carol Dunlop y muchas otras vivencias son reflejadas en cada una de las cartas que Julio Cortázar escribió hasta sus últimos días de vida. Un gran obsequio para toda la legión de seguidores de la obra del escritor, disponibles en latinoamerica los próximos meses de este 2012.

A continuación, carta escrita por Julio Cortázar a Alejandra Pizarnik:
París, 9 de septiembre de 1971



Mi querida, tu carta de julio me llega en septiembre, espero que entre tanto estás ya de regreso en tu casa. Hemos compartido hospitales, aunque por motivos diferentes; la mía es harto banal, un accidente de auto que estuvo a punto de. Pero vos, vos, ¿te das realmente cuenta de todo lo que me escribís? Sí, desde luego te das cuenta, y sin embargo no te acepto así, no te quiero así, yo te quiero viva, burra, y date cuenta que te estoy hablando del lenguaje mismo del cariño y la confianza –y todo eso, carajo, está del lado de la vida y no de la muerte. 
Quiero otra carta tuya, pronto, una carta tuya. Eso otro es también vos, lo sé, pero no es todo y además no es lo mejor de vos. Salir por esa puerta es falso en tu caso, lo siento como si se tratara de mí mismo. El poder poético es tuyo, lo sabés, lo sabemos todos los que te leemos; y ya no vivimos los tiempos en que ese poder era el antagonista frente a la vida, y ésta el verdugo del poeta. Los verdugos, hoy, matan otra cosa que poetas, ya no queda ni siquiera ese privilegio imperial, queridísima. Yo te reclamo, no humildad, no obsecuencia, sino enlace con esto que nos envuelve a todos, llámale la luz o César Vallejo o el cine japonés: un pulso sobre la tierra, alegre o triste, pero no un silencio de renuncia voluntaria. Sólo te acepto viva, sólo te quiero Alejandra.

Escribíme, coño, y perdoná el tono, pero con qué ganas te bajaría el slip (¿rosa o verde?) para darte una paliza de esas que dicen te quiero a cada chicotazo.


Julio

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